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Muro de Sormano: el primer muro imposible del ciclismo

Muro de Sormano: el primer muro imposible del ciclismo

Acostumbrados como estamos a esas cuestas casi tan empinadas en el ciclismo actual, os contamos la historia del primero de esos muros de la historia del ciclismo: el Muro de Sormano.

El Muro de Sormano es el primero de los “muros imposibles”. Esas empinadísimas cuestas, no excesivamente largas, que en los últimos años han tenido un gran éxito entre los organizadores de las carreras ciclistas. A todos nos vienen a la cabeza los finales en el Mur de Bretagne, Valdepeñas (Jaén), Balcón de Alicante, Montaña de Cullera, Bien Aparecida, Cumbre del Sol, Mirador de Ézaro, La Camperona… Como se puede ver por esta modesta lista, la Vuelta a España es sin duda la carrera ciclista en la que más han proliferado este tipo de finales en cuesta: cortos y muy empinados, con desniveles que alcanzan pendientes incluso del 20%.

 

El Muro de Sormano en 1960

Este tipo de dificultad extrema e intensa tuvo su precedente a principios de la década de sesenta del siglo XX. Buscando endurecer el Giro de Lombardia (una de las clásicas que forman los cinco Monumentos de la historia del ciclismo), el director de la carrera, Vincenzo Torriani, incluyó el llamado Muro de Sormano entre la ya dura subida al alto del Ghisallo y antes del rápido descenso final a Como. El objetivo de Torriani se logró a medias; es cierto que endureció la carrera, pero las rampas de Sormano resultaron excesivamente empinadas para los ciclistas, y los desarrollos que usaban en aquellos años.

El Muro de Sormano en 1960

El Muro de Sormano es una vía rural, muy estrecha, que salva casi 250 m de desnivel en 1,9 km. No hay que saber mucho de números para darse cuenta de que la media en esos casi dos kilómetros se dispara por encima del 15%, con algunos tramos en torno 22%.

Quizás en la cabeza de los organizadores con la inclusión de este tramo intuían un momento espectacular y decisorio en el devenir de la llamada “Clásica de las Hojas Muertas”. Sin embargo, la realidad fue que, excepto los corredores que iban en cabeza, el resto de los ciclistas se tuvieron que bajar de la bici o apoyarse en los coches y motos para completar el Muro de Sormano. El experimento duro solo tres ediciones, de 1960 a 1962. Y no fue hasta 2012, cuando el Giro de Lombardía volvió a incluir el Muro de Sormano. Esta vez, tanto los ciclistas como los desarrollos estaban más preparados para esas durísimas rampas. Por cierto, el más rápido el Muro de Sormano en aquella edición fue ‘Purito’ Rodríguez, establecido el récord de la subida con 9’02”.

 

El Muro de Huy en 1983

Otro muro famoso del ciclismo, quizás más aún que el de Muro de Sormano, es el de Huy. En esa localidad belga, en concreto en ese empinado tramo de carretera urbana de apenas 1,3 km, es el escenario final de otra clásica ciclista: La Flecha Valona. El de Huy es otro mundo: 128 m de desnivelpendiente media del 9,8% y algún tramo al 26%. Este quizás sea el final en cuesta más famoso del ciclismo moderno.

Pero, aunque muchos crean que este es el muro primigenio de la historia del ciclismo, lo cierto es que no es así. La Flecha Valona acaba en este famosísimo final en cuesta desde la edición de 1983, antes la carrera había alternado finales en otras localidades como Charleroi y Verviers, entre otras.

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